El milagro de tus ojos.

Cuando los pingüinos encuentran pareja.

Disparé el arma en dirección a mí cerebro através de mi boca, para ver mís ideas en el suelo. Con mis sueños rotos y los restantes en mi cabeza, no paraba de ver epifanías mientras mi cuerpo se derrumbó en dirección al infierno.

Mis regresiones me llevaron a ver la dualidad de mí vida, desde la calidéz dentro del útero de mi madre, pasando por las diferentes etapas de mí vida hasta verme a mí mismo tirado ahí; con mi cuerpo en descomposición y el deseo de seguir viviendo.


Al ver por segunda vez mi vida, pude ver que las cosas no fueron tan buenas como recordaba, ni tan malas como creí que habian sido. -es algo tan neutro-

Veo tu cuerpo junto al mio, reposas en un gran charco de sangre color carmín, todo indica que dormiste antes que yo, ese estado del sueño profundo del cual tú ya no vas a despertar, eso hizo que te extrañe de más y me llevara a tomar mi decisión. -¡bang!-

El suelo detuvo mi caida, con los ojos abiertos aún; te ví, te veias tan tranquila, tan infeliz. Mi tristeza acarició mi piel antes de desprenderse de mí para ser parte de la escena, con lo último de mis fuerzas y aliento, logré llegar hasta contigo y en un intento desesperado te abracé, pensando ahora que sólo tenias frio. -Cálma, no nos volveremos a separar jamás-

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